sábado, 13 de agosto de 2011

Página 7


Te vi, con mis pequeños ojos negros, te vi. Las grandes manchas como lunas negras que se regaban por tu cuerpo me hicieron sentir indomable. Decidí romper mi cadena, y correr hasta ti. Sentía que mis lunas negras eran grandes y más grandes y rojas, tan rojas, que la gente ha de haber pensado que padecía de sarampión. No me importo, solo importabas tú. Lentamente y como un gran caballero que soy bese tu hermosa y negra nariz, (esa que tiene forma de corazón) y ha de ser tan fuerte, que tu cuerpo se estremeció contra el frio de tu gran cadena implorando te dejaran ser libre para correr conmigo. No sucedió, rápidamente te alejaron de mi compañía y mis ojos te miraban suplicando no te fueras. Así que decidí gritarte una y otra vez lo que sentía, te lo repetí mil veces, tantas, que de tu hermosa y manchada boca salio el más hermoso “guauf” que hubiese escuchado. “guauf” “guauf” “guauf” “guauf” me dijiste cien veces “guauf” “guauf” “guauf” te esperare mil veces.

Extraído de “El diario de un dálmata “

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