Era noche y en un vivido momento me descubrí aun más solo.
Sentado, con la mirada incrustada en el cielo, recordé que era martes.
También te recordé a ti. Lentamente, y con velocidad de nube atravesaste mi consuelo,
Con ese tinte de vivaz melancolía que arrastraba tú recuerdo y ocupaba mi memoria.
Vinieron a mí los olores de tu cuerpo y de tu risa, apartando de mi vida
Cualquier intento de remota armonía
Era martes y volví a extrañarte. Necesite más que nunca de tus rosados y fuertes labios. De lo largo de tus cabellos, de lo suave de tus manos. Tan fuertes. Manos que por mucho tiempo se convirtieron en la más grande de mis deidades.
En la más profunda de mis necesidades.
Era martes y era noche. Noche oscura dibujada con estrellas que recordaban tu nombre.
Era noche y era martes, día escogido para idealizar tu recuerdo;
Noche escogida para construir mi tristeza.
Bienvenidos a un espacio creado especialmente para lectores necesitados de escritores que aun se esconden en la alacena. Para algunos que como ustedes, ( o como nosotros ) necesitan de lecturas diferentes y posibilidades infinitas de retroalimentación literaria.(envianos tus escritos a emilianocastroman@hotmail.com todo sera con D.R.A. Claro que si quieres también pondremos tu nombre en el escrito.)
viernes, 11 de junio de 2010
Poema nº 34 (tributo a Becquer)
Se unirán la luna y las estrellas
Podrán unirse los ríos con la mar,
Pero aquellos que alguna vez vinieron
Esos amor mío, esos no volverán.
Jugaran en el aire las gaviotas
Y en el cielo los santos con su paz,
Lloverán aguas claras de azucena,
Para ti, amor mío, que no veras jamás.
Veras al hombre llorando de alegría
Y a los planetas sus formas alinear
Pero mi alma recostada hacia tu cuerpo,
Esa, amor mío, esa no volverá.
Podrán unirse los ríos con la mar,
Pero aquellos que alguna vez vinieron
Esos amor mío, esos no volverán.
Jugaran en el aire las gaviotas
Y en el cielo los santos con su paz,
Lloverán aguas claras de azucena,
Para ti, amor mío, que no veras jamás.
Veras al hombre llorando de alegría
Y a los planetas sus formas alinear
Pero mi alma recostada hacia tu cuerpo,
Esa, amor mío, esa no volverá.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)